El astrónomo Stuart Littlefair de la Universidad de Sheffield asegura que es la primera vez que se observa este fenómeno en una enana marrón, un cuerpo celeste demasiado pequeño para ser una estrella y muy grande para considerarlo un planeta.
Los expertos destacan que su brillo es un millón de veces más intenso que las auroras boreales en la Tierra, además es rojiza, lo que lo atribuyen al contacto del hidrógeno de la atmósfera con las partículas cargadas de origen inexplicable por ahora, y es que cerca de la enana marrón denominada LSR J1835 no hay estrellas como el Sol que generen estas partículas.
"Es posible que una sustancia de la superficie de la enana produzca los electrones", apunta Littlefair.
Aunque también es probable que cerca de la LSR J1835 se encuentre un planeta o un satélite, aún no descubierto, que puede emitir la sustancia, como ocurre en Júpiter que recibe partículas cargadas expulsadas por los volcanes de su satélite Ío.
El hallazgo que se produjo cuando los científicos observaban la enana marrón con un radiotelescopio VLA y los telescopios convencionales Hale y Keck de Hawái, ha permitido comprender mejor la naturaleza de estos cuerpos celestes.
A día de hoy hay un debate sobre la clasificación de las enanas marrones si deben ser consideradas estrellas o planetas.
Littlefair ha apuntado que los científicos ya sabían que las enanas marrones tenían nubes y ahora con el descubrimiento de la aurora boreal hay más razones para clasificarlas como planetas a escala.