"A juzgar por la reacción del propio Gulen, las detenciones afectan sensiblemente su actividad en el país privándolo de la posibilidad de influir en la situación", dijo Velizade.
De hecho, señaló, en el país tiene lugar una segunda ola de operaciones contra los gulenistas.
"Durante la primera que se llevó a cabo en 2014 fueron destituidos de sus cargos varios funcionarios de alto rango", apuntó.
La policía desarticuló también, añadió, algunos grupos que "promovían clandestinamente la actividad de la secta".
La red del predicador, puntualizó Velizade, "cambió de estrategia y apostó por consolidar las posiciones que aún mantenía estableciendo vínculos con la oposición, una oposición que buscaba apoyo exterior al agotar sus posibilidades internas".
Turquía vivió la noche del 15 de julio un fallido golpe de estado del que acusa a Gulen, exiliado en Estados Unidos desde 1999.
El clérigo rechaza rotundamente las imputaciones y propone crear una comisión internacional para investigar la asonada.
Insinúa además que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se aprovecha de la situación para dar "un golpe blando contra la Constitución".