El 15 de junio, el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo inauguró una exposición en su honor, que permanecerá abierta hasta el 8 de agosto.
La estadía del escultor ruso durante 23 años en suelo argentino modificaría tanto la escena artística del país como su propia obra. Stepán Dmítrievich Nefiódov había nacido en la actual república rusa de Mordovia, en una familia campesina, pero luego tomó el apellido artístico de Erzia, en honor a su etnia nativa. Estudió en Italia y París, donde aprendió los métodos del escultor Rodin, y tras la revolución de 1917, realizó enormes esculturas en Rusia en homenaje a sus héroes.
1954. Stalin is een jaar dood. Stepan Erzia ('de Russische Rodin') maakt dit. pic.twitter.com/RGXQExg2J9
— Steven Derix (@StevenDerix) May 1, 2016
Erzia llegó a Argentina en 1927, invitado por el presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Tenía 50 años. Venía de recorrer el mundo. Trabajó en distintas ciudades de Rusia, en Milán, Venecia y París. Era un trotamundos, un personaje inquieto. Es llamativo que el lugar donde pasa la mayor parte de su vida sea Argentina. Vino de París en un camino inverso al que acostumbraban los artistas argentinos de aquel momento. Ellos soñaban con radicarse en esa ciudad.
Más: Conozca a Aivazovski, pintor ruso y amante del mar
Sin embargo, este ruso que tenía todas las posibilidades para vivir allá, decidió venir a Buenos Aires. Se juega en él una manera de construcción de identidades culturales. Aquí encontró su lugar en el mundo", dijo en diálogo con Sputnik Víctor Fernández, director del Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín.
Sin embargo, una de las primeras obras extranjeras del museo es de Erzia.
"Era considerado como uno de los nuestros. Estaba previsto que iba a estar acá poco tiempo pero se fue quedando. Por un lado vivió como un solitario rodeado de gatos. Al momento de irse del país, dejó unos 50 gatos en su casa. Pero al mismo tiempo, desplegaba una vida social dinámica. Participaba en los encuentros del Café Tortoni y en distintos sitios que fueron determinantes en su vínculo con Quinquela, con quien desarrolló una relación amistosa y de mutuo respeto. En su vida personal era un solitario. En su vida artística, un tremendo actor comunitario", explicó el director del museo.
Stepan Erzia — Russian Auguste-René Rodin http://t.co/JU7L39V0C8 pic.twitter.com/tOwsv9d4Ec
— Ressi (@ressint) January 15, 2015
En el barrio de La Boca, Erzia descubrió el material que cambiaría para siempre su obra, el quebracho — árbol nativo de Sudamérica—. "Un día pasó por delante suyo un carro transportando madera para las calderas industriales y se cayó un pedazo de quebracho. Erzia lo tomó y sintió en la textura y el peso de esa madera algo que lo convocaba a trabajar.
Fotos: Arquitectura de la Revolución: el mito de Oscar Niemeyer
Atraído por el encanto de esta madera, decidió viajar a la provincia del Chaco e internarse en los montes para descubrir la fuente del material que lo había fascinado. "Sus esculturas tienen mucho que ver con respetar las formas de la naturaleza. Esta madera le brindaba la posibilidad de descubrir formas en las raíces y elaborar piezas con pequeñas intervenciones respetando las formas originales del material.
En sus obras siempre está presente el nudo de la madera o la raíz", sostuvo Fernández, quien agregó que la presencia del ruso y otros escultores en esa provincia hicieron de Resistencia, su capital, un emblema de la escultura en Argentina.
Socrates, Stepan Erzia, 1940. Mordovian Erzia Museum of Visual Arts, Saransk, Russia. #erzia #quebracho #soviet #art pic.twitter.com/zmIYDlonCe
— Sultan AlShaheen (@S_Al_Shaheen) September 22, 2013
Cuando regresó a Buenos Aires, el escultor ruso encargó vagones repletos de quebracho para garantizarse material de por vida, y cuando volvió a Rusia en 1950, se llevó toneladas de esta madera en el barco.
Tema relacionado: La última integrante de la Casa Románov que murió en Uruguay
Ese desafío era algo a la medida de Erzia, un hombre que alguna vez había soñado con tallar en las montañas de la cordillera de los Andes el retrato de San Martín y O'Higgins. Un individuo capaz de pensar en tallar una montaña es alguien para quien no hay desafíos pequeños. Todo lo contrario, cuanto mayor sea el desafío más invitado se siente a encararlo", concluyó el director del museo, quien aún conserva la pieza 'Hombre del Chaco', una de las pocas obras adquiridas por Quinquela Martín a un artista extranjero.
Hoy, sus esculturas decoran los museos de Milán, Niza, Múnich y otras ciudades europeas y rusas.