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Erzia, el 'Rodin' ruso, encontró su lugar en el mundo en Argentina

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En octubre se cumplen 140 años del nacimiento de uno de los artistas más influyentes de la escultura rusa, Stepán Erzia, quien vivió 23 años en Argentina, donde descubrió el material que lo acompañó el resto de su vida, el quebracho.

El 15 de junio, el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo inauguró una exposición en su honor, que permanecerá abierta hasta el 8 de agosto.

La estadía del escultor ruso durante 23 años en suelo argentino modificaría tanto la escena artística del país como su propia obra. Stepán Dmítrievich Nefiódov había nacido en la actual república rusa de Mordovia, en una familia campesina, pero luego tomó el apellido artístico de Erzia, en honor a su etnia nativa. Estudió en Italia y París, donde aprendió los métodos del escultor Rodin, y tras la revolución de 1917, realizó enormes esculturas en Rusia en homenaje a sus héroes.

​Erzia llegó a Argentina en 1927, invitado por el presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Tenía 50 años. Venía de recorrer el mundo. Trabajó en distintas ciudades de Rusia, en Milán, Venecia y París. Era un trotamundos, un personaje inquieto. Es llamativo que el lugar donde pasa la mayor parte de su vida sea Argentina. Vino de París en un camino inverso al que acostumbraban los artistas argentinos de aquel momento. Ellos soñaban con radicarse en esa ciudad.

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Sin embargo, este ruso que tenía todas las posibilidades para vivir allá, decidió venir a Buenos Aires. Se juega en él una manera de construcción de identidades culturales. Aquí encontró su lugar en el mundo", dijo en diálogo con Sputnik Víctor Fernández, director del Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín.

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El proceso de integración de este artista al medio local fue asombroso. Sus obras en Europa eran conocidas y el ambiente artístico argentino lo estaba esperando. Benito Quinquela Martín, uno de los pintores argentinos más populares, había creado el Museo de Bellas Artes en 1936, como un espacio destinado a exhibir obras de artistas argentinos.

Sin embargo, una de las primeras obras extranjeras del museo es de Erzia.

"Era considerado como uno de los nuestros. Estaba previsto que iba a estar acá poco tiempo pero se fue quedando. Por un lado vivió como un solitario rodeado de gatos. Al momento de irse del país, dejó unos 50 gatos en su casa. Pero al mismo tiempo, desplegaba una vida social dinámica. Participaba en los encuentros del Café Tortoni y en distintos sitios que fueron determinantes en su vínculo con Quinquela, con quien desarrolló una relación amistosa y de mutuo respeto. En su vida personal era un solitario. En su vida artística, un tremendo actor comunitario", explicó el director del museo.

​En el barrio de La Boca, Erzia descubrió el material que cambiaría para siempre su obra, el quebracho — árbol nativo de Sudamérica—. "Un día pasó por delante suyo un carro transportando madera para las calderas industriales y se cayó un pedazo de quebracho. Erzia lo tomó y sintió en la textura y el peso de esa madera algo que lo convocaba a trabajar.

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Probó esculpir en ese material y se dio cuenta que no lo abandonaría jamás. De hecho terminó comprando el carro entero ese mismo día", contó Fernández.

Atraído por el encanto de esta madera, decidió viajar a la provincia del Chaco e internarse en los montes para descubrir la fuente del material que lo había fascinado. "Sus esculturas tienen mucho que ver con respetar las formas de la naturaleza. Esta madera le brindaba la posibilidad de descubrir formas en las raíces y elaborar piezas con pequeñas intervenciones respetando las formas originales del material.

En sus obras siempre está presente el nudo de la madera o la raíz", sostuvo Fernández, quien agregó que la presencia del ruso y otros escultores en esa provincia hicieron de Resistencia, su capital, un emblema de la escultura en Argentina.

​Cuando regresó a Buenos Aires, el escultor ruso encargó vagones repletos de quebracho para garantizarse material de por vida, y cuando volvió a Rusia en 1950, se llevó toneladas de esta madera en el barco.

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De acuerdo con Fernández, el hecho de que esta madera tan fuerte haya sido la preferida para llevar a cabo las expresiones artísticas de Erzia, está relacionado con su personalidad. "Era un personaje prometeico. Trabajaba con la naturaleza y a la vez se enfrentaba a ella. El quebracho le ofrecía una resistencia enorme para trabajar. Tallar este material exige más que otros tipos de madera.

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Ese desafío era algo a la medida de Erzia, un hombre que alguna vez había soñado con tallar en las montañas de la cordillera de los Andes el retrato de San Martín y O'Higgins. Un individuo capaz de pensar en tallar una montaña es alguien para quien no hay desafíos pequeños. Todo lo contrario, cuanto mayor sea el desafío más invitado se siente a encararlo", concluyó el director del museo, quien aún conserva la pieza 'Hombre del Chaco', una de las pocas obras adquiridas por Quinquela Martín a un artista extranjero.

Hoy, sus esculturas decoran los museos de Milán, Niza, Múnich y otras ciudades europeas y rusas.

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