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El narco desintegra los cuerpos de sus víctimas en México, denuncia abogado

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El drama de los desaparecidos en México ha sido acentuado aún más porque "los criminales desintegran los cuerpos", dice a Sputnik, Francisco Romero, abogado defensor de familias de desaparecidos en Nuevo León, norteño estado mexicano fronterizo con EEUU.

"Hace dos años descubrimos los primeros 10.000 fragmentos óseos triturados en Nuevo León y solo hemos podido ayudar a identificar a dos personas desparecidas", lamenta el defensor del Centro de DDHH Fray Juan de Larios, organismo del vecino estado de Coahuila.

Ahora las lluvias han removido la tierra en esos desiertos y nuevos restos humanos fragmentados han emergido, hasta sumar un balance de 31.000 pequeñas piezas óseas, un hallazgo revelado el viernes pasado por autoridades.

Pero la historia de dos ranchos abandonados en el norte yermo, cercano a la frontera con EEUU, se remonta en realidad a cuatro años atrás, y desde entonces el abogado humanitario ha ayudado a identificar apenas a cuatro víctimas.

"Quizá nunca se sabrá cuántas personas fueron deshechas allí, porque los cuerpos han sido incinerados en tambos de metal y triturados", dice el responsable humanitario, que lleva el nombre de un misionero franciscano del siglo XVII defensor de los indígenas nativos del desierto.

La Procuraduría afirma haber identificado 31 personas desaparecidas en cuatro años, pero los organismos humanitarios buscan unos 1.000 más y la cifra real podría ser de 10.000 desaparecidos, por la falta de denuncias, registros confiables, y la población migrante extranjera, mientras se calculan centenares en fosas clandestinas.

En cuatro años investigación de varios de los casos de desaparecidos en el estado de Nuevo León, hay un par de personajes detenidos a quienes las autoridades llaman "los perpetradores", relacionados con dos desapariciones.

"En los interrogatorio, uno de ellos, apodado El Vago, ha revelado como desintegran los cuerpos de las víctimas, unos sicarios los ejecutan y otros los deshacen, en tambos de metal, que tiene hoyos a los lados, para oxigenarlos", describe el jurista.

Los delincuentes formarían parte del violento cartel de Los Zetas, fundado por exmilitares mexicanos y desertores de las extropas especiales contrainsurgentes de Guatemala.

"Mutilan los cuerpos, que van siendo colocados entre trozos de la leña, les prenden fuego rociados con diese, y los trituran hasta que se desintegran", de acuerdo con las pesquisas.

El Vago, quien fue detenido por narcotráfico, negoció con autoridades esa información, para revelar un lugar del desierto, donde se hizo el primer hallazgo macabro de 4.000 pequeñas piezas de huesos fragmentados y pulverizados.

Su área de operaciones era el municipio rural de Sabinas Hidalgo, en Nuevo León: "allí aparecen dos personajes más, apodados El Árabe y El Indio, que se encargaban de desintegrar cuerpos, pero esas versiones ofrecidas por la policía no están el expediente".

El Árabe es propenso al sadismo, ya que es el único que tiene grabado como ejecutaba personas.

Han sido detectados cuatro lugares en los cuales Los Zetas realizan esas "desintegraciones de cuerpos".

"Participamos con otras ONG en las mesas con familiares de los desaparecidos con la Procuraduría de Nuevo León, y hasta el viernes pasado conocíamos que había 10.000 restos en una zona conocida como Las Carboneras; y ahora hablan de 31.000", dice con escepticismo el abogado.

El dato fue entregado por la Procuraduría el viernes pasado, en una reunión de entrega y recepción de la gubernatura de Nuevo León, al equipo del gobernador electo Jaime Rodríguez, un político independiente apodado El Bronco, que asumirá el cargo en octubre.

La zona de los hallazgos, concentrada en dos puntos conocidos como La Abejas y Las Carboneras, es una zona abandonada.

"Es difícil el acceso por el tipo de suelo y vegetación, no hay indicaciones, es muy agreste, en zonas muy extensas donde no hay control ni regulación, muy salvaje, cruzado de rutas de migrantes", describe el abogado.

Por la destrucción, pocos restos están en condiciones de ser objeto de estudios forenses, y el laboratorio de ADN ha fracasado en sus intentos de identificación genética.

"La ciencia forense en México no tiene capacidad ni soporte científico para hacer los estudios necesarios de gran precisión, tiene muchas y graves deficiencias en materia pericial forense", puntualiza Romero.

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