El caso del cámara de TV Bandeirantes, Santiago Andrade, muerto tras recibir el impacto y explosión de un cohete durante una de las protestas contra el aumento del billete de autobús en Río de Janeiro, quedó registrado en vídeo, alcanzando gran repercusión internacional.
En cambio, la muerte de Pedro Palma, dueño del diario "Panorama Regional", asesinado por tres disparos en la puerta de su domicilio del sur del estado de Río de Janeiro tras denunciar de forma continua las prácticas corruptas de los políticos de la región, apenas obtuvo resonancia como denunció su esposa, Patrícia Palma.
"Va a hacer un año de la muerte de mi marido y el caso se volvió apenas una estadística. Estoy luchando para que se haga justicia", denunció la viuda en declaraciones a la TV Globo.
Sin embargo, a pesar de los datos alarmantes en 2014, hubo una reducción del 30% en el caso de periodistas agredidos respecto al año anterior, pasando de 181 a 129 casos, un descenso que el informe atribuye al menor número de protestas ciudadanas durante el último año en el país y, por tanto, la exposición de los periodistas a la represión policial, sobre todo en comparación a la llamada "primavera brasileña" de junio de 2013.
Ese mismo año, la organización "Repórteres sin Fronteras"(RSF), con sede en París, señaló a Brasil como el país más peligroso de las Américas para la profesión del periodismo, por delante de México, con 5 profesionales muertos y 176 heridos, la mayoría por la policía.
"La dura represión policial en Brasil coloca en evidencia los siniestros hábitos mantenidos por la Policía Militar desde la dictadura", explicó el informe de la RSF que anticipó las críticas a la represión policial en Brasil que ahora recoge el informe elaborado por la FENAJ.
Del total de periodistas heridos en 2013, 114 fueron víctimas de la represión de los agentes de la Policía Militar en las multitudinarias protestas contra el aumento de precios en el transporte público y la Copa de las Confederación de la FIFA, una violencia policial que se repitió durante las protestas contra el Mundial de Fútbol en julio de 2014 aunque estas fueron de mayor brevedad y minoritarias, lo cual explicaría el descenso del 30% en los datos del FENAJ.
Además, el informe de la RSF señaló la amenaza del crimen organizado como segundo gran factor en la violencia a los periodistas, especialmente a la hora de ejercer el periodismo de investigación.
"El dominio del crimen organizado en ciertas regiones de Brasil hace arriesgado el tratamiento de temas como corrupción, drogas y tráfico de materias primas", concluyó el informe que incluyó a Brasil como el país nº 111 en libertad de prensa, una posición mediocre pero alejada Corea del Norte, Eritrea o Síria, que liberaron el ranking en 2013.
