Lo que mal comienza, mal acaba
Lagarde estrenó su cargo con unas declaraciones que podría resultar en unas relaciones tensas entre la máxima entidad financiera del bloque comunitario, y la mayor economía de la eurozona. Se podría interpretar que las relaciones entre la nueva directora del BCE, Christine Lagarde, y Alemania, empezaron mal. O como se dice comúnmente, 'con el pie izquierdo'.
A grandes rasgos, la nueva directora del FMI, Christine Lagarde, de algún modo ha ninguneado a Alemania, al tiempo que Berlín, tal vez desconociendo, o no, lo que declararía Lagarde, pone contra las cuerdas, entre otros, al país de origen de la presidenta del BCE: Francia.
Un caramelo envenenado
En orden cronológico, este intercambio de envites, o ataques, lo comenzó Scholz. Aprovechó el cumpleaños número cinco del inicio de la unión bancaria europea para hacerle un regalito: una propuesta para completar definitivamente el proyecto en la integración europea más ambicioso desde el euro, con la tan ansiada y esperada garantía común de depósitos. Y el envoltorio de este regalo fue el Financial Times.
La tercera es que haya filtros previos para que el nuevo eurofondo nunca tuviera que usarse: primero los fondos de cada país, después la Junta Única de Resolución (JUR) y, por último, incluso antes que el fondo de garantía, los propios países. Y la cuarta, que se armonice la tasa fiscal que los países de la UE cobran a los bancos. Para esto, países como Luxemburgo o Irlanda tendrían que endurecer los impuestos que cobran al sector financiero.
"Llamo a la UE a actuar ahora para reforzar la soberanía de Europa en un mundo cada vez más competitivo", fue una de las arengas de Scholz en su tribuna en el Financial Times.
Respecto a este planteamiento alemán, Adrián Zelaia, director de la Consultora Ekai Center afirma que al entrar en el sistema de la unión bancaria, Alemania adquiere el riesgo de tener que asumir rescates bancarios de otros países que de otra forma no asumiría.
"Por el contrario, los países latinos fundamentalmente están asumiendo el riesgo de que los activos estatales, la deuda pública, al […] no considerarse sistemáticamente como hasta ahora activos en riesgo, puede inducir a serios problemas de financiación para estos países en la medida en que esto va a hacer sin ninguna duda que esta deuda esté sujeta a fluctuaciones muy superiores a las actuales y va a provocar que la deuda pública de estos países sean mucho menos atractivas para los bancos", observa el experto.
Lagarde, ¿un híbrido justiciero?
Pocas horas más tarde el medio alemán Die Zeit publicaba una entrevista a Lagarde, por lo cual no se sabe qué fue antes, si el escrito del alemán, o las declaraciones de la francesa, aunque cada uno de ellos debe respirar en el aire lo que el otro exhala. Como sea, la nueva presidenta del BCE marcó desafiante su territorio: enfatizó que Alemania es sólo uno más de los 19 países de la eurozona y que el BCE necesita que todos estén "a una" con sus decisiones sobre política monetaria.
Y aquí es donde resuenan otras palabras que pronunció Lagarde. Aparte de destacar que es la primera mujer que ostenta el cargo, afirmó que también será el primer 'búho', en clara referencia a lo que se conoce como 'paloma' y 'halcón' en la jerga monetaria. Dicho de otra forma, se moverá sobre el filo, ni una cosa, ni la otra: sobre el filo de los intereses que convengan en cada momento.
Ante todo, Zelaia advierte que "la primera sorpresa con el nombramiento de Lagarde es precisamente el hecho de que no haya sido un representante alemán el nombrado para suceder a [Mario] Draghi. Recordemos que Alemania ha estado muy sola en defender la estrategia de halcón, la estrategia más restrictiva, frente a las estrategias radicalmente expansivas que se han mantenido durante estos años, tanto por el BCE como por la Reserva Federal de EEUU".
"No se trata sólo de mantenerse dentro de esa discusión, entre los que apuestan por la expansión [palomas] y los que apuestan por la restricción [halcones] sobre hasta qué punto tiene que expandirse el balance del BCE, hasta qué punto tiene que lanzar dinero al mercado, qué cuantía, sino que el punto clave es discriminar hacia dónde va ese dinero. Porque si es mucho dinero pero se emplea mal, va a ser un desastre; si es poco dinero, pero se emplea bien, va a ser muy positivo para la economía europea", concluye Adrián Zelaia.