El fenómeno surgió en la "Ciudad Maravillosa" a finales de los años 70 como una respuesta a la ausencia del Estado ante problemas como la inseguridad con robos, atracos, etc, como explica el sociólogo del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía (CESEC) de la Universidad Cándido Mendes de Río, Pablo Nunes, en una entrevista con Sputnik.
Este "contrapoder" que dice defender el orden y la seguridad frente a los narcotraficantes y ofrece servicios básicos en favelas deprimidas a cambio de cobros de tasas, coacciones y amenazas juega un papel determinante en estas elecciones.
El candidato a la alcaldía del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL) Marcelo Freixo, lideró en 2008 una comisión parlamentaria de investigación contra las milicias, que acusó a más de 200 personas y metió en la cárcel a decenas de milicianos y políticos corruptos.
Su hermano fue asesinado por la milicia como represalia.
Las amenazas a los políticos que osan enfrentarse al poder de la milicia son cotidianas.
Tan solo este año en la Baixada Fluminense murieron asesinados 14 candidatos, hasta el punto de que el Gobierno del Estado de Río pidió la intervención del Ejército para garantizar la seguridad.
Frente a las coacciones que sufren algunos políticos, otros no solo salen indemnes sino que reciben el apoyo explícito de la milicia.
Es el caso del candidato conservador Marcelo Crivella (Partido Republicano de Brasil), favorito en las encuestas para ser el próximo alcalde de Río.
Hace unos días, Carminha Jerominho, hija del miliciano Jerônimo Guimarães Filho —preso desde hace años—, difundió un vídeo en las redes sociales en el que declaraba su apoyo a Crivella y desafiaba a Freixo.
"No vienes a Campo Grande a hacer campaña porque tienes miedo", increpó.
"El hecho de que Crivella acepte el apoyo de grupos ligado a la milicia no es una sorpresa, el candidato no pretende enfrentarse a ellas (…) como hizo durante su gestión el actual alcalde, Eduardo Paes, que incluso defendió estos grupos ilegales denominándolos de "autroprotección comunitaria", lamenta Nunes.
Para el sociólogo, aún falta una respuesta contundente y sistemática del Estado contra las milicias: "Desgraciadamente, para una parte de la población esos grupos representan la seguridad y el control social que el Estado no ejerce, y el Estado por su parte se aparta de su deber constitucional de garantizar la seguridad de los ciudadanos, ese impasse hasta ahora no parece tener solución".