Las bacterias, de género Geobacter, son capaces de producir fibras colágenas —o conductores eléctricos orgánicos—. Estas fibras ayudan al microorganismo a establecer conexiones eléctricas con los óxidos del hierro y, más tarde, consumirlos. Sin embargo, la energía eléctrica producida por las geobacterias es demasiado baja y no puede ser utilizada.
Para conseguir estos resultados, los investigadores han modificado el ADN de la bacteria, sustituyendo los aminoácidos por el triptófano. Esto permitió incrementar en 2.000 veces la electroconductividad de las fibras —que son 60.000 veces más finas que un cabello humano—.
Según afirman los científicos, estas bacterias modificadas pueden ser utilizadas en aparatos médicos modernos que controlan el funcionamiento de algunos órganos vitales. Además, podrán emplearse para detectar con una mayor precisión sustancias contaminantes, venenosas o explosivas.