"Debemos resistir las infiltraciones de extranjeros a través de vías religiosas y protegernos contra las violaciones cometidas por extremistas", señaló este fin de semana Xi en una reunión de alto nivel sobre asuntos religiosos.
El presidente también advirtió de que los grupos religiosos deben compatibilizar sus doctrinas con la cultura china, el cumplimiento de la ley y el apoyo a las reformas nacionales.
Xi dio instrucciones a los oficiales para que aseguraran la libertad religiosa que teóricamente está vigente en el país.
China permite cualquier culto pero ofrece sus propias organizaciones y canales y no reconoce a los líderes religiosos extranjeros.
Eso explica que conviva un cristianismo oficial y fiel a Pekín con otro clandestino que escucha a Roma.
Las instrucciones de Xi llegan en medio de las críticas por su persecución del cristianismo en la provincia oriental de Zhejiang.
Las autoridades han retirado 1.200 cruces de iglesias alegando normativas urbanas, lo que ha provocado fragorosas protestas de los fieles.
Zhang Kai, un tenaz abogado cristiano que se opuso a la campaña, permaneció detenido durante meses por "atentar contra la seguridad del Estado" y en una confesión televisiva probablemente forzada admitió que había colaborado con fuerzas extranjeras.