El 10 de abril, el ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, anunció el posible retorno de Rusia al G8, y subrayó que "ningún conflicto internacional de consideración puede resolverse sin la participación de Rusia".
"El mismo hecho de que esta cuestión fuese planteada por el establishment del G8 significa un cambio", escribe Lukiánov.
Para el experto, las declaraciones de Steinmeier "confirman que el rechazo agudo de Rusia por Occidente, que comenzó con la crisis de Ucrania, está siendo reemplazado por la comprensión de que se necesita restaurar los canales de cooperación y comunicación".
"¿Cómo abrir una nueva página en las relaciones con Rusia?", se pregunta Lukiánov al atestiguar "la falta de imaginación y de comprensión entre los líderes occidentales de lo que está ocurriendo".
Según el experto, "las perspectivas de una reconstrucción del G8 son prácticamente imposibles y, lo más importante, ni siquiera hay una necesidad de ello".
"El G8 reflejó un cierto período de la historia, cuando Rusia quería integrarse en lo que se denominó Occidente extendido", algo que, finalmente, no sucedió.
A juicio de Lukiánov, "hace tiempo que quedó claro que Rusia no encaja en la comunidad occidental". "Las diferencias de opiniones y los roces diplomáticos entre Rusia y Occidente comenzaron mucho antes de la crisis en Ucrania, ésta solamente llevó las diferencias a su clímax y puso fin a las relaciones anteriores", constata.
Por ello no hay motivos para restaurar el G8, ya que, además, "el mundo no se desarrolla en dirección del modelo occidental".
El G7 se ha convertido en un "club de países occidentales" que "nunca será un 'gobierno mundial', como habían planeado", sostiene Lukiánov. "Se trata de países poderosos, que tienen una gran influencia en la situación mundial, pero que son incapaces de decidir el futuro por sí mismos", dice.
El futuro se encuentra según este experto en el G20, un grupo "más representativo y, por ello, más legítimo".
Por ese motivo "Rusia necesita permanecer en el G20 y trabajar activamente con otros países del grupo BRICS y occidentales".
"Éste es el futuro", concluye Lukiánov.
En 2014, tras la adhesión de Crimea a Rusia, el resto de las potencias decidieron suspender a Moscú del club mientras no cambie su política respecto a Ucrania.
El G7 está integrado por Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.