"A nivel moral, es un gran triunfo para él, que lo va a aliviar", comentó O'Donnell.
La resolución del Grupo de Trabajo de la ONU, filtrada a la prensa esta semana y que se divulgará este viernes en Ginebra, considera que la detención de Assange es ilegal.
Pero esta conclusión no tiene carácter vinculante ni generará una obligación de ejecución inmediata para los países involucrados, Reino Unido y Suecia.
Assange fue detenido en Londres en diciembre de 2010 por solicitud de las autoridades de Suecia, que exigían su extradición para juzgarlo por presuntos delitos sexuales.
Tras ser liberado bajo fianza y agotar todos los recursos para evitar la extradición, Assange pidió asilo en la embajada de Ecuador en Londres en junio de 2012 y reside allí desde entonces.
"A nivel político, el dictamen es importante pero no decisivo", subrayó el argentino, autor de los libros Argenleaks (2011) y Politileaks (2014), que fueron fruto de los más de 2.500 cables diplomáticos estadounidenses sobre Argentina que Assange le confió.
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La Fiscalía sueca retiró en agosto de 2015 las acusaciones de asalto sexual y coacción ilegal que pesaban sobre él al vencer los plazos de la investigación, pero mantiene el cargo de violación, cuya pena no prescribe hasta 2020.
El australiano había anunciado que se entregaría a las autoridades en caso de que la ONU emitiera un dictamen en su contra.
Assange está convencido de que detrás de las acusaciones se cierne el peligro de que Suecia lo extradite a Estados Unidos, que busca juzgarlo por espionaje y traición, delitos que pueden ser castigados con la pena de muerte.
El Grupo de Trabajo "es la instancia más alta en la que podría verse un asunto así", observó el escritor.
Tras visitar a Assange en el Reino Unido, O'Donnell detalló en un artículo en el diario Página/12 su estado de salud física y psicológica.
"La postura de Assange siempre ha sido la de minimizar o no demostrar sus debilidades al enemigo", explicó, y "dentro de esa lógica, ha tratado de mostrarse fuerte y no apelar a su situación", añadió.
Assange solo puede moverse en los 200 metros cuadrados que ocupa el apartamento en el que funciona la embajada ecuatoriana en Londres.
Aunque no está en aislamiento, su sentido de la distancia y el tiempo se ven alterados, observó.
"Llegó a pedir que le dejaran ejercitar dos horas por día en una terraza aledaña a la embajada, pero el Reino Unido se lo denegó", señaló O'Donnell.
En este contexto, el pronunciamiento del grupo especializado de la ONU tendrá ahora un impacto político, que es a lo que apuesta Assange.
"Esto puede llevar a que se pronuncie el Parlamento Europeo, o a que el caso se lleve a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos", observó.
Condiciones precarias
"Puede sostener una conversación sin ningún problema durante 10 horas seguidas, pero no puede mover el brazo por un problema en el hombro, y no puede hacerse una resonancia magnética, así que está con el brazo inmóvil y con mucho dolor, tomando calmantes", describió O'Donnell.
El fundador de Wikileaks apenas encuentra médicos que quieran atenderlo, porque la compañía aseguradora de los médicos británicos no reconoce la jurisdicción de Ecuador.
Los doctores "temen que por razones políticas los persigan ideológicamente o por una cuestión de mala praxis", sostuvo el argentino.
Este resultado fortalece la postura de Assange, que se autocalifica como un preso político.
"Sería raro que no tuviera un impacto en cualquier tipo de negociación entre Reino Unido, Ecuador y Suecia", finalizó O'Donnell.
El jueves, la Fiscalía sueca hizo saber que la opinión del Grupo de Trabajo no tiene importancia formal para la investigación preliminar efectuada conforme a las leyes de ese país.