"Es difícil predecir lo que va a ocurrir en el futuro; fue un terremoto grande y lo más probable es que ahora se trate solamente de una complicación de réplicas, pero tampoco se puede asegurar", indicó Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.
Hubo "casos en los que después de un gran terremoto se ha producido luego otro más intenso", añadió.
En un extremo así, continuó Barrientos, el nuevo sismo "afectaría (una zona) un poco más al norte o más al sur" que el del miércoles, cuyos efectos se sintieron principalmente en la región de Coquimbo, en el centro-norte del país.
Respecto de la preparación de Chile para soportar terremotos, elogiada incluso por la ONU, Barrientos destacó que "el país ha aprendido mucho" a partir del sismo de magnitud 8,8 de febrero de 2010, que dejó 525 muertos, la mayoría por un tsunami que no fue debidamente alertado.
"Un país siempre puede estar mejor preparado, pero estamos evolucionando. Hemos avanzado mucho en el establecimiento de normas; tenemos planes de evacuación, simulacros y hemos aprendido a construir de mejor manera", precisó.
"Todo esto es producto de los terremotos que tuvimos en el pasado y que han causado mucho daño", agregó Barrientos.
Las cifras oficiales de víctimas del miércoles se mantienen en 12 fallecidos, 642 damnificados y 81 personas residiendo en albergues, según el último balance de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
La Onemi estimó además que 194 viviendas sufrieron graves daños y 62 quedaron completamente destruidas.