Los expertos han elaborado una lista de actitudes sospechosas que podrían sugerir la inminencia de un seísmo como la subida de los pollos a los árboles, un gran número de peces saltando por encima del agua o de sapos regresando a sus refugios, ha dicho Zhou Hongbing, un granjero reconvertido a investigador de terremotos del Parque Ecológico Banquiao.
Las granjas contarán también con cámaras de video para fiscalizar los movimientos de los animales, según el diario Modern Express.
Aún cuando se registren actitudes anormales, los expertos tendrán que analizar si se deben a un posible seísmo o a cuestiones más prosaicas.
"Los pollos también se suben a los árboles cuando hace mucho calor para buscar un refugio más fresco", ha aclarado Zhou.
Granjas de Guangzhou o Shenzhen ya llevan a cabo este tipo de seguimientos desde 2010.
Las granjas elegidas como estaciones sismológicas han de cumplir una serie de condiciones para no errar en los pronósticos.
Por ejemplo, es necesario que tengan al menos tres especies de animales diferentes para contar con un número suficiente de muestras, ha asegurado Zhao Bing, de la Oficina Sismológica de Nanjing.
Los animales han de ser sensibles a los infrasonidos, en especial los pájaros.
Los zoos están descartados porque, aunque conviven un gran número de especies, el contacto con el público es un elemento ya suficientemente desestabilizador.
Existen 58 tipos de animales sensibles a los movimientos previos al seísmo, según el Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias.
Entre ellos se cuentan los perros, gatos, pandas, peces, serpientes, ratas, hormigas y abejas.
Varios seísmos devastadores en China han venido precedidos de extraños comportamientos de animales.
Las serpientes en hibernación abandonaron sus cuevas y los gansos se negaron a entrar en sus refugios seis semanas antes del terremoto de 1975 en la provincia norteña de Liaoning.
Y antes del seísmo de Tangshan (provincia de Hebei), hordas de ratas escaparon de sus nidos.