Li ha ordenado que se investigue la muerte de los niños para depurar responsabilidades y exigido que se "incremente la supervisión" para que los programas sociales no sean una "mera formalidad" en un comunicado oficial en la web del Gobierno.
Los niños vivían en la ciudad de Bijie (provincia de Guizhou) sin ninguna atención después de la muerte de sus abuelos y la marcha de sus padres en marzo para buscar trabajo en la costera provincia de Guangdong (Guangzhou).
Los cuatro habían abandonado el colegio, apenas contaban con los 700 yuanes (152 dólares) mensuales que su padre les enviaba y vivían en un casa de tres plantas junto con 500 kilos de maíz y 25 kilos de carne que les habían dejado sus progenitores para su alimentación.
Es la segunda tragedia que sufre la ciudad después de que otros cinco niños murieran por intoxicación de monóxido de carbono en 2012 al encender una fogata dentro de un contenedor para protegerse del frío.
El alcalde de la ciudad, Chen Changxu, dijo entonces que establecería un registro de "niños dejados atrás" para supervisarlos y protegerlos.
El crecimiento económico de las tres últimas décadas se ha basado en gran parte en el trasvase de cientos de millones de chinos de las provincias atrasadas del interior a las fábricas de la boyante costa oriental.
El proceso de urbanización ha provocado que muchos niños se quedaran atrás y sólo puedan ver a sus padres en el Festival de Primavera.
Los progenitores no trasladan con ellos a sus hijos porque el sistema de registro administrativo o hukou les niega los derechos de sanidad y educación si abandonan su provincia natal.
Los sociólogos han alertado en los últimos años del riesgo de traumas psicológicos y desatención que sufren los "niños dejados atrás".
China está relajando en los últimos años el hukou y el presidente, Xi Jinping, dijo en marzo que los trabajadores emigrantes merecen tener un trato más justo para que puedan disfrutar de la buena marcha económica.