Los tripulantes de la expedición 40/41, que regresaron a la Tierra el 10 de noviembre desde la Estación Espacial Internacional (EEI), trajeron consigo la primera generación de moscas de la fruta y peces nacidos en el espacio.
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Estos animales formaron parte de un experimento que estudia los efectos de la ingravidez en el desarrollo de los organismos pluricelulares.
"Las moscas se encontraban en un contenedor hermético con una fuente de alimentación y ventilación; nuestra tarea consistió en brindarles las condiciones necesarias para la vida y luego traerlas a la Tierra para que los científicos las estudien", dijo el comandante de la expedición EEI-41, Maxim Suráev.
Por su parte, el astronauta de la agencia espacial europea, Alexander Gerst, habló de su investigación sobre los efectos de la ausencia de gravedad en peces de agua dulce.
"Uno de los experimentos más memorables fue un experimento en el módulo japonés, en un acuario con peces cebra. Estuvieron en el espacio con nosotros durante toda su corta vida. Estudiamos el desarrollo muscular y óseo en un ambiente sin gravedad, para así aprender más sobre la atrofia muscular y ósea en los humanos", dijo Gerst.